lunes, 30 de enero de 2012

CLAVES PARA LA BANDA ANCHA CATALANA Y ESPAÑOLA

Cuando analizamos el sector del cable y la banda ancha, una de las primeras cuestiones que aparece en el imaginario colectivo es cómo evoluciona la competencia y hasta qué punto el incumbente está ubicándose en las cifras en las que debería estar si no hubiese dominado como monopolio el sector de las telecomunicaciones durante decenios.
Es evidente que, si el mercado de la banda ancha hubiera comenzado con libre competencia e igualdad de condiciones entre los diversos competidores, la realidad sería semejante a la de Estados Unidos, donde, por ejemplo, los cinco primeros proveedores de servicios de Internet no alcanzaban el 50% del mercado a finales de 2011, según datos de comScore.
En España, el panorama está en las antípodas. En la mayor parte de Comunidades Autónomas, Telefónica ostenta la primera posición como proveedor de banda ancha, y en casi todas por encima de la mitad del mercado. Esas cifras provocan alergia en un mercado libre, pero el proceso de normalización (ergo, liberalización) de las telecomunicaciones implica paciencia. Y en un entorno como el español, conservador ante servicios esenciales, aún más.
Además, los proyectos de los operadores que conquistaron los concursos de cable eran excesivamente ambiciosos, tal como se rebelaría después a raíz de una combinación de factores (irrupción de las soluciones DSL, escasa complicidad de la administración local, escollos con algunas comunidades de vecinos). La esperada España de la banda ancha, con dos o más redes de cable de gran capacidad cubriendo casi todo el territorio, se ha convertido en una quimera, más allá de la parálisis inversora que asola todos los sectores de unos años a esta parte.   
La realidad en el arranque de 2012 es que el Leviatán Telefónica lideraba la cuota de banda ancha con gran ventaja sobre los operadores de cable y el resto de operadores en la mayor parte de CCAA (en Cataluña, con el 58,2%; en la Comunidad de Madrid, con el 51,8%), y que sólo en Cantabria (48,5%), la Región de Murcia (46,7%), Galicia (45,7%) y Comunidad Valenciana (43,3%) se hallaba por debajo de la barrera psicológica del 50%.  
Las zonas que escapan a esa hegemonía tan exagerada son Euskadi (Euskaltel suma el 42,7% de conexiones, superando a Telefónica, que se contenta con el 38,6%, aunque domina en Álava y Guipúzcoa) y el Principado de Asturias (Telecable cuenta con el 44,3% de abonados a la banda ancha, por un 37,8% de Telefónica). En Galicia, R, pese a acumular el 37,2% de abonados, aún se encuentra por debajo del incumbente. La provincia de Valencia es una de las que abandera un probable sorpasso a corto o medio plazo. No obstante, en un pulmón como Barcelona, el 55,5% de abonados pertenecen a Telefónica, contra un escuálido 8,6% de Ono.
El progresivo aunque lento crecimiento de las cifras de abonados a los operadores de cable invita a la reflexión. Aunque en ocasiones se argumenta que las cifras de hogares pasados están muy por debajo de las previsiones de finales del siglo XX, la relación entre los hogares con acceso potencial y los conectados no es para rasgarse las vestiduras. Uno de los obstáculos más complejos de sortear es la resistencia al cambio por parte del usuario final. La conversión de las telecomunicaciones en un servicio tan esencial como las utilities clásicas y la incertidumbre sobre la calidad del servicio post venta a la hora de llevar a cabo un cambio de operador están lastrando el camino natural hacia la apuesta por otros operadores.
Cuando se plantean las estrategias comerciales de los operadores alternativos se debe poner énfasis en un mensaje clave para tranquilizar a un usuario renuente: la facilidad de solventar las incidencias que puede producir la nueva conexión. Si esa idea cuajara, el crecimiento de resultados sería elevado. Si ello se combina con mejoras en el arpu de cada cliente ya disponible y con cierta imaginación en la oferta de contenidos asociada al triple play, el horizonte puede ser esperanzador. Con todo, para los operadores de cable la parusía particular sería conseguir pergeñar un quadruple play completamente autónomo, atractivo y que fidelice una base de facturación que ya querrían para sí grandes empresas de otros sectores.
Sobre todo ello se debatirá en las XVII Jornadas del Cable y la Banda Ancha en Cataluña, que, organizadas por el CECABLE (Centro de Estudios sobre el Cable) y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), se llevarán a cabo del 8 al 10 de mayo de 2012 en la Escuela de Ingeniería del campus de Bellaterra. Si la inversión en tecnología traslada de forma multiplicada su rendimiento a la productividad, la inversión en intercambio de ideas se proyecta exponencialmente en rendimiento colectivo.