lunes, 7 de julio de 2014

Telecomunicaciones a todo tren



La expansión de las redes de fibra óptica  es fundamental para llevar a buen puerto uno de los bastiones de la teoría de la Sociedad de la Banda Ancha: el carácter garantizado de los contenidos. Así como para la universalización del servicio se requiere una combinación entre banda ancha fija y móvil, puesto que, si no, el acceso a zonas rurales se antoja una quimera, en el caso de áreas urbanas o semiurbana la fibra óptica es la solución mejor dotada y más garantista.

A tal efecto, son diversas las iniciativas que pretenden expandir la fibra óptica. De hecho, esta fibra es más que una tecnología. Es una metáfora. Una metáfora de una sociedad que cabalga convencida hacia la universalización del acceso a la red, para generar igualdad de oportunidades, una industria de contenidos defendida a ultranza por las políticas públicas europeas y una sostenibilidad que necesita el planeta para garantizar que las generaciones del futuro puedan continuar acercándose al saber a través de Internet y las inacabables minas de conocimiento que allí se concentran.
La priorización de la extensión de redes queda tan clara que el gran debata de los organismos públicos es qué actor debe asumir el liderazgo en esa extensión. Así, desde las administraciones públicas europeas se considera que, además de los operadores de telecomunicaciones, son las empresas OTT (Over the Top) (Amazon, Google, Facebook y compañía) las que deben dar un paso adelante y colaborar con la extensión de las redes hacia zonas desasistidas. Las autoridades norteamericanas no están tanto por la labor. ¿Por qué? Sólo hay que repasar la propiedad de las OTT para hallar la respuesta. Aprovecharse del esfuerzo inversor ajeno para obtener réditos como proveedor de contenidos es una postura desde el punto de vista financiero respetable y lógica, pero desde el moral algo reprobable por el egoísmo que implica. Además, a largo plazo, las propias OTT inversoras se beneficiaría de la medida: más masa crítica de usuarios = más negocio.
En todo caso, y mientras se resuelve este trascendental debate, surgen iniciativas positivas para universalizar el despliegue de la red. Así, en Irlanda del Norte, ESB y Vodafone firmaron en verano de 2014 un acuerdo (una joint venture) para invertir 450 millones de euros en la construcción de una red de banda ancha de Fiber to the Home (FTTH, Fibra hasta el Hogar) en Irlanda que ofrecerá velocidades de 200 Mbps a 1000 Mbps. Entendemos que son 1024 Mbps, lo que significa 1 Gbps. Esas velocidades comienzan a aparecer como factibles en el imaginario colectivo. Los 10 Gbps o los 100 Gbps serán los siguientes eslabones. Aún falta y al comienzo ese flujo estará claramente sobredimensionado, pero a medio o largo plazo cubrirá la creciente necesidad del usuario final, no sólo de empresa, sino también doméstico. 
El factor innovador de la iniciativa es que se trata del primer país de Europa que utiliza la preexistente infraestructura eléctrica para implantar la fibra directamente hasta los hogares y negocios con un impacto de 50 ciudades y medio millón de clientes empezando por el área metropolitana de Dublín. Se trata de una bucólica reminiscencia de la tecnología PLC (Power Line Communications), cuya implantación se originó en Alemania y España (Zaragoza, Palma de Mallorca) pero que se detuvo por razones comerciales. 
Por tanto, en la Sociedad de la Banda Ancha la expansión de las redes de telecomunicación siempre es buena noticia. Sobre ello debatimos en el Grupo de Investigación sobre Periodismo Digital y Banda Ancha, de la UAO-CEU y el CECABLE, en Twitter (@CECABLEresearch), Google+, en el grupo de LinkedIn, en la página de LinkedIn, en el grupo de Facebook, en Instagram (CECABLE), en Pinterest y en este blog. Y ahondaremos en las XX Jornadas del Cable y la Banda Ancha en Cataluña (5-7 de mayo de 2015).

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