sábado, 28 de febrero de 2015

¡Mi abuela cumple 100 años!


El de hoy es un día entrañable, íntimo, de un gozo a compartir. Es un día de esos que adornan la existencia e iluminan los campos y el lapislázuli de los mares. Es un día de corazones sonrientes y miradas eternas. Hoy, queridas y queridos lectores, mi abuela cumple 100 años.



Sí, tal como suena, centenaria y enérgica, esa energía que nos has transmitido a todos, ese espíritu de justicia, esa rebelión ante las circunstancias y la condición humana, ese esfuerzo ímprobo, ese sacrificio.

Desde ese último día de febrero de 1915 la yaya María comenzó a respirar, en el amable pueblecito de Literá, el aire aragonés de la Franja, el oxígeno depurado de la montaña, el vuelo de aves libres, el relinchar de los caballos y el mugir de las vacas. Esa pureza le confirió fuerza para superar todos los obstáculos de la vida. La abuela superó guerras y saqueos, y nos transmitió que la honestidad es un axioma de vida; que con ahínco y metodología se pueden conseguir grandes hitos; que hay que irradiar amor, cordialidad y valores, levantándose cada día con ilusión de crear e irradiar entusiasmo.
En cien años las telecomunicaciones y el periodismo han dado un vuelco. Hace cien años se creó la NACA, germen de la NASA. Ello auguraba travesías siderales y descubrimientos en el universo telúrico, ignoto. El vocablo cable, el cable que estudiamos, ya había surcado algún texto legislativo. Pero las redes de cable tradicional no surgirían hasta mediados de siglo XX, en Estados Unidos, y en España hasta los 60. El periodismo, ese periodismo puro y sempiterno, ya funcionaba a todo ritmo. Para entonces María ya era una mujer hecha y derecha. Ella es testigo del advenimiento de la televisión, primero en blanco y negro, luego en color, ora por ondas hercianas, ora digital. También disfrutó el salto del teléfono de fichas, la introducción del dispositivo antilocal Luink, la marcación por pulsos, por tonos, la digitalización y el surgimiento del smartphone. E Internet. ¡Quién le iba a decir a esa niña de Literá que a finales de siglo XX podría descubrir el mundo tecleando y a través de una pantalla como la de la televisión! El ordenador e Internet, ¡menudos inventos! La abuela ya sabe qué es el triple play, el quádruple play y el quíntuple play, porque su nieto Joan Francesc se lo explica. Y ella presume ante sus amigas, que ya no son muchas, porque cien años son cien años, porque cien años son muy difíciles de alcanzar.
A la abuela le dedico las alegrías y logros que modestamente he podido conseguir, aunque considero que el mayor de ellos es la familia, esa familia de ensueño que día a día forja la felicidad. Todos esos éxitos también son tuyos. Felicidades, abuela, felicidades.    

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