Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Amor
entre ermitas
Es sábado.
Un tímido y bermellón sábado.
El corazón de párrafos y
versos se sienta
en un banco sereno y
expectante.
Una silueta grácil,
ojos nobles y almendrados,
piel sedosa y labios carnosos,
recorre
el recuerdo de San Salvador,
y el de San Miguel,
y el de la Virgen de los Monasterios.
Contempla piedras que dialogan
y que se arrullan,
que vibran
evocando la serendipia de caminantes
sudorosos,
las huidas de guerreros
desesperados,
la inocencia de niños
correteando
y los hondos rezos
en letanías de luz y de
neblina.
No existe tiempo.
No existen prisas.
La ciudad se desintegra
ante la paz del pueblo.
Todo se ha detenido
en un sábado que duerme en el
aire
de manantiales y arroyuelos,
de Añamaza, Linares y Montes.
El corazón de clásicos y
visigodos deambula
entre ciénagas y ensenadas,
presintiendo barrancos y hoces
y la singladura de la garduña
y el lirón.
Súbitamente,
la chica de ojos verdes
intuye un cuerpo que avanza
con prisa.
Es él,
aún preso de cláxones y
carbono,
de asfalto y asbesto,
del hoy sin ayer
y del mañana sin hoy.
Él consulta una hora baladí
en un reloj que quiere olvidar.
Levanta la vista y la admira.
Es ella.
Avanza despacio.
“Hoy no cogemos el metro,
¿verdad?”.
Pregunta naíf,
pregunta con respuesta,
retórica de griegos y latinos.
Una mirada penetrante, para
siempre.
Unos labios saboreados.
Un amor eternizado entre
piedras que respiran.
Un sí ante las ermitas
definitivas de la vida.