Agraeixo de tot cor la difusió del meu triomf al Certamen Literari Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Sòria) amb l'obra "Latidos de un pueblo". Nombrosos mitjans de comunicació se n'han fet ressò, com "Món Terrassa". Un agost d'or! Moltes gràcies!
Blog científico sobre periodismo y telecomunicaciones que analiza la Sociedad de la Banda Ancha
viernes, 30 de agosto de 2024
Agraïment per la difusió del meu triomf literari a Magaña (Sòria)!
jueves, 29 de agosto de 2024
"Latidos de un pueblo": Aliento de Magaña
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Aliento de Magaña
Sé que soy el aliento de tu aire.
Sé que vuelo en tu mirada
como una estrella
incandescente
o como el algodón de tu nube.
Sé que soy la balada que te
abraza,
entre el repicar de las
campanas,
el susurro del trigo que
cimbrea
y la hiriente paz de la noche.
Sé que habito tus dedos,
y que acaricio el calor de tu
escarcha,
el terciopelo de tu aroma
y el frenesí de tus labios.
Sé que soy una gota en tu
piel,
y que, a veces, surco tus
mejillas,
otras, tu vientre,
y, siempre, los jadeos de tu
deseo.
"Latidos de un pueblo": Ahí
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Ahí
Sé que estás ahí,
entre los juncos del río,
tras la loma sombría,
en los estertores del alba.
Sé que estás ahí,
siempre ahí,
en la sonrisa de la escarcha,
en el vahído de la luna,
en las lágrimas del olvido
y en la llamada en silencio.
Sé que estás ahí, Magaña mía,
observándome desde el misterio
de castillos inmortales,
casas y ermitas de piedra,
en el aire del águila
y en el sosiego del valle.
Lo sé.
Y lo sabes.
Lo sabemos desde que nuestros
ojos
se cruzaron un verano,
y sentí los latidos de un
pueblo,
bajo el sol que iluminó
el inicio de nuestro viaje eterno.
"Latidos de un pueblo": Caricia de la Sierra
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Caricia de la Sierra
Piensas en cada bostezo,
en el trueno del despertador,
en la seda de sábana que te
retiene
tras un nocturno de papel y
memoria.
Te observa un espejo
que desentraña insomnio
perenne,
unos surcos incipientes
y la mirada del desvelo.
Desayunas de pie o corriendo,
jadeando el hálito del tiempo,
rescatando barritas de
chocolate
bajo la égida de un móvil
inclemente.
Agarras unas llaves
que te abren la puerta del
día,
ese día que te alumbra y te
anochece
en un camino absurdo de
letargo,
y piensas en abandonarlo todo
y refugiarte en la caricia
indeleble de la Sierra.
"Latidos de un pueblo": Yo voy a ayudarte, Magaña
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Yo voy a ayudarte, Magaña
La ves,
aunque sea un segundo,
aunque sea en la distancia,
y comienzan a temblar tus
cimientos.
Tanto te da todo:
si eres fiel al tiempo,
si eres un ejecutivo
intachable,
si eres un personaje público
o si tu huella atraviesa el
espacio.
Cuando te sonríen sus aguas
imposibles,
cuando te acaricia el rocío de
su mirada,
cuando respiras la retama de
su aliento,
y cuando imaginas los pliegos
de sus barrancos,
todo tiembla:
tiembla tu sangre,
tiembla tu corazón,
tiembla, para siempre, tu
alma.
"Latidos de un pueblo": Sin pasaporte ni pasado
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Manos blancas y pies descalzos.
La silueta de un velero
acaricia un horizonte de olas
y sal,
atusando las trenzas del
viento.
Un fugaz windsurfista
proyecta luces de espejos
imposibles,
en un juego de castillo
circenses
despeñados entre espumas
incandescentes.
La luna es un cometa
que dibuja torbellinos al azar
entre corrillos de ojos
desabrochados
y cabellos danzando al sol.
Decenas de labios encarnados
se funden entre limón y fresas
mientras espaldas mojadas
se untan de amor y cautela.
Desde el altozano,
unos binóculos surcan la
bravura del mar,
un levante hiriente de nácar
y flotadores de colores albos.
Jolgorio.
Un murmullo insistente
envuelve de celofán
una postal de canícula
desatada
y sed de risa.
“¡Está nadando!”.
Un inocente niño da la voz de
alarma.
Un cuerpo inánime
levita en el oleaje,
luchando contra el réquiem
de rosas, peces y esmeralda.
Es una vida sin pasaporte ni
pasado,
de pies descalzos y manos
blancas,
un cuerpo etéreo, acaso
imaginario,
que,
con el tiempo,
dormirá entre castillos, plazas y ermitas.
"Latidos de un pueblo": No llores
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
No llores
Son dos lágrimas.
Lágrimas indelebles, pasajeras
y volátiles.
Esas lágrimas son una epífora
en un autobús anónimo,
entre la muchedumbre aséptica
o un silencio atronador.
¿Por qué lloras, mujer?
Acaso el corazón se te ha
resquebrajado
en mil pedacitos de cristal,
a raíz de un no seco o
inesperado.
Acaso lloras por una ausencia
irreversible,
o por una enfermedad fortuita,
o por la hiriente evaporación
del alma.
Acaso sea una décima de unas
oposiciones,
o una añoranza repentina,
o un drama palindrómico,
o una sombra que apaga la luz
del sol y las estrellas.
No llores, mujer, no llores.
No llores:
ilumínate en el resplandor de
San Martín,
en el ápice del puente de San
Juan o de Barruso,
en Los Castellares celtíberos,
en el lapislázuli del Alhama
o en el vuelo aleatorio del halcón
peregrino.
Ilumínate en mi mirada.
Reencuéntrate en mis ojos,
en el cielo de los milagros
y, ahora, en el calor de mis
labios.
"Latidos de un pueblo": Bodegón
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Bodegón
Un perfil serrado e inconspicuo
anega nuestra mirada.
Es un olmo enhiesto,
que agasaja primaveras cálidas
y cobija veranos de canícula.
Hojas verdes y amarillentas
miman cúmulos y nieblas,
lunas redondas y estrellas
crecientes.
Unos pinos delgados arropan
paseos a la nada,
embelesados por cantos lejanos
en el eco del agua del río.
Una comadreja se zambulle
en el latido de la mirada
del alimoche y la collalba.
El sotobosque de las almas
y el chopo de la colina
saludan al caminante,
a sus sueños y espejos.
El manto de la sierra
lo hechiza todo.
Es la magia de esa Magaña
sempiterna,
de idas y venidas,
de inviernos solitarios
y veranos de euforia.
Es el encanto del pueblo de
los pueblos,
el que llevamos en el alma,
a orillas del Alhama,
en el Castillo de la Nava del
Marqués
o en una concurrida avenida de
la metrópolis.
"Latidos de un pueblo": Amor entre ermitas
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Es sábado.
Un tímido y bermellón sábado.
El corazón de párrafos y
versos se sienta
en un banco sereno y
expectante.
Una silueta grácil,
ojos nobles y almendrados,
piel sedosa y labios carnosos,
recorre
el recuerdo de San Salvador,
y el de San Miguel,
y el de la Virgen de los Monasterios.
Contempla piedras que dialogan
y que se arrullan,
que vibran
evocando la serendipia de caminantes
sudorosos,
las huidas de guerreros
desesperados,
la inocencia de niños
correteando
y los hondos rezos
en letanías de luz y de
neblina.
No existe tiempo.
No existen prisas.
La ciudad se desintegra
ante la paz del pueblo.
Todo se ha detenido
en un sábado que duerme en el
aire
de manantiales y arroyuelos,
de Añamaza, Linares y Montes.
El corazón de clásicos y
visigodos deambula
entre ciénagas y ensenadas,
presintiendo barrancos y hoces
y la singladura de la garduña
y el lirón.
Súbitamente,
la chica de ojos verdes
intuye un cuerpo que avanza
con prisa.
Es él,
aún preso de cláxones y
carbono,
de asfalto y asbesto,
del hoy sin ayer
y del mañana sin hoy.
Él consulta una hora baladí
en un reloj que quiere olvidar.
Levanta la vista y la admira.
Es ella.
Avanza despacio.
“Hoy no cogemos el metro,
¿verdad?”.
Pregunta naíf,
pregunta con respuesta,
retórica de griegos y latinos.
Una mirada penetrante, para
siempre.
Unos labios saboreados.
Un amor eternizado entre
piedras que respiran.
Un sí ante las ermitas
definitivas de la vida.
"Latidos de un pueblo": Virgen
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
Virgen
Ecos de música de cielo
siembran de espigas las
Tierras Altas,
bajo la lumbre de flores de
arcoíris,
el chispear de las Cabezas,
Alcarama y Almuerzo,
y el céfiro de unos ojos que
laten.
Llueve.
Llueven sonrisas,
llueven manos blancas,
llueve un corazón de encinas y
chopos,
de salvia, tomillo y retama,
y llueve una lágrima del alma,
al pie de las sierras,
entre bordados ocres y azules
en la ermita de las campanas.
Eres la vida,
el ancestro,
la sal,
el esfuerzo,
el surco
y el rastro
en la piel de nosotros.
Amas con causa y sin ella
en la escarcha de la noche
y en los días con brisa de
sol.
Son tus suaves manos
alimento, cobijo y aliento,
tierra y pan en los labios de
todos.
Es un oasis la nobleza de tu
mirada,
que abreva la sed
y reposa el espíritu.
Regalas paz
en días sin medida ni tiempo,
en la esmeralda de la aurora
y en la evanescencia del
crespúsculo.
En noches de vigilia,
de incertidumbre o desazón,
tus silentes mimos, Virgen de
Barruso,
acarician sueños etéreos
en jardines de estrellas y
luna llena.
Incluso, en la fiera
tempestad,
llueve un milagro de arrullo
de pies sagrados
y cosechas sempiternas.
"Latidos de un pueblo": La vieja plaza
Os comparto uno a uno los poemas que componen el poemario "Latidos de un pueblo", con el que he ganado el Certamen Literario Internacional José Nicolás Pascual Herrero de Magaña (Soria).
El murmullo inmarcesible del Alhama
impregna, tímidamente,
un flujo de trajín anárquico
y bocanadas de cafés y
capuccinos.
El aura del castillo y de la
torre bereber
evoca, solemne y sigilosa,
reminiscencias de batallas
sangrientas,
las del espíritu de Almanzor,
el latido de los vascones
y habitantes sufridos y
anónimos.
Rueda un balón extraviado
ante miradas nostálgicas de
Buenaventura,
entretenidas por patinetes multicolor
y bicicletas sin norte.
Shorts,
sudaderas y bufandas,
piercings,
tatuajes y dilataciones
desfilan entre destellos de
fuego y hielo,
en cruces seductores
o curvas sin destino.
Una tarima de madera de roble
bautiza momentos para siempre,
sonrisas heroicas,
almenas hasta el cielo
o danzas de fantasía y
ancestros.
Plaza. La vieja plaza.
La plaza de la luna en
silencio
y el sol atronador.
La plaza de almas infinitas
que se encuentran y se
reencuentran
en capítulos reescritos
y besos de frambuesa y miel.