El objetivo esencial de la Sociedad de la
Banda Ancha (universalizar el acceso a la red) iba de la mano de otro paralelo
nada fácil de conseguir: la liberalización de las telecomunicaciones, sector
monopolístico por antonomasia y de compleja liberalización, tanto en cuanto un player parte del cien por cien del
mercado y el resto de advenedizos deben hacer malabarismos para ir arañando una
parte del pastel.
Para naturalizar la recomposición, existe
cierta tendencia del consumidor al cambio, a la democratización, a oponerse a
los absolutismos de mercado. Eso choca, para utilities y servicios esenciales, con el miedo a quedarse unas
horas o unos días sin servicio, situación funesta para empresas y también para usuario doméstico (sobre todo para teletrabajadores y las ascendentes SOHO, es decir, Small Office Home Office).
En el mercado español, el proceso de
liberalización está siendo lento, parsimonioso, confirmando el conservadurismo del cliente y el pánico a quedarse sin un servicio básico (telefonía, Internet y televisión lo son: las horas de consumo son elocuentes).