viernes, 28 de septiembre de 2012

La banda ancha transoceánica

Las redes transoceánicas de cable son fundamentales para la sostenibilidad de la Sociedad de la Banda Ancha. Esas redes que surcan nuestros mares y océanos están en la base de toda transacción digital que se produzca intercontinentalmente.
Curiosamente, esas redes, cuya instalación es muy cara y lenta, son unas grandes desconocidas, pese a que en España disponemos de centros neurálgicos privilegiados, como las islas Canarias. La primera red de este tipo se remonta a 1850, de Dover (Reino Unido) a Calais (Francia). Duró pocas horas, víctima de un pescador que la cortó involuntariamente.
Más del 99% del tráfico intercontinental en comunicación electrónica (transmisiones a 40 Gbps o 100 Gbps) circula por esas redes, en principio bastante sólidas y estables, aunque en ocasiones, como a raíz de los terremotos de 2006, 2009 y 2011, vulnerables como la vida misma.
Otro dato que refleja el carácter estratégico y esencial, defendido desde el CECABLE, de las redes transoceánicas es que son defendidas por la legislación internacional. Según datos de Ciena, el crecimiento de tráfico en las redes transatlánticas será del 44% (85 Tbps), en el Transpacífico del 49% (49 Tbps), en Introasia del 54% (59 Tbps), en Europa-Asia del 58% (23 Tbps) y en Estados Unidos y Latinoamérica del 45% (38 Tbps). La tendencia es exponencial y sin solución de continuidad. Debemos dar las gracias, pues, a las sufridas e ignotas redes transoceánicas.

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