Cuando enviamos un e-mail o
cualquier unidad de contenido a otro continente allende los mares,
probablemente damos por supuesto un entramado de infraestructura de
telecomunicaciones que permite un trayecto hasta cierto punto sorprendente. La
Sociedad de la Banda Ancha depende en gran media de una suerte de milagro
bautizado como cable transoceánico, que permite el envío y la recepción de
datos.
Ese cable que permite un tráfico
complejo de calcular es tan estratégico que cualquier imprevisto adquiere una
dimensión noticiosa. Eso ocurrió en septiembre de 2014, cuando un fallo en un
cable submarino afectó al tráfico de Internet en el sureste asiático con una
reducción de la velocidad en la región.
En el ecosistema digital la conectividad
universal y caudalosa subyace en la base. Para que eso sea posible, la
infraestructura fundamental es el cable transoceánico, verdadera arteria
silenciosa garante de la sostenibilidad de la
sociedad panconectada. Esas redes que surcan nuestros mares y océanos están en
la base de casi todas las transacciones digitales (el resto lo aporta el satélite) que se produzca intercontinentalmente.
Curiosamente, esas redes, cuya instalación es muy cara y lenta, son unas grandes desconocidas, pese a que en España disponemos de centros neurálgicos privilegiados, como las islasCanarias. La primera red de este tipo se remonta a 1852, en el Canal de la Mancha, de Dover (Reino Unido) a Calais (Francia). Duró pocas horas, víctima de un pescador que la cortó involuntariamente.
El primer cable de telecomunicación se dedicó al servicio telegráfico, y estaba integrado por hilos de cobre recubiertos de gutapercha, material aislante. El alemán Siemens desarrolló el sistema en 1847. El primer proyecto de cable transatlántico se aprobó en 1855, aunque la infraestructura quedó fuera de servicio en poco tiempo. El segundo proyecto sí que cuajó: en 1866 un cable unió Irlanda y Terranova gracias en una parte al Great Eastern, el mayor barco del momento. El tendido y la explotación condicionaron el proyecto, amén de boicoteadores diversos por intereses comerciales.
Los aislantes plásticos permitieron la construcción de cable submarino para telefonía. Los conductores a través de los cuales de transmitiría la voz suministraban la energía. Los pares coaxiales llegaron a mediados de siglo XX. Gracias a ellos se transmitieron cantidades de centenares de canales telefónicos analógicos. Más recientemente, los cables de fibra óptica transmiten señal digital y el triple play. Las velocidades de transmisión se multiplican y entran en la órbita del Gbps.
Más del 99% del tráfico intercontinental en comunicación electrónica (transmisiones a 40 Gbps o 100 Gbps) circula por esas redes, en principio bastante sólidas y estables, aunque en ocasiones, como a raíz de los terremotos de 2006, 2009 y 2011, se revelan muy frágiles y vulnerables.
Otro dato que refleja el carácter estratégico y esencial de las redes transoceánicas es que son salvaguardadas por la legislación internacional. Según datos de Ciena, el crecimiento de tráfico en las redes transatlánticas será a corto plazo del 44% (85 Tbps), en el Transpacífico del 49% (49 Tbps), en Introasia del 54% (59 Tbps), en Europa-Asia del 58% (23 Tbps) y en Estados Unidos y Latinoamérica del 45% (38 Tbps).
En el caso del cable submarino responsable de las conexiones a Internet en el sureste asiático, una rotura provocó una caída en las velocidades en algunas zonas de la región. El cable pertenecía a la empresa Asia-America Gateway (AAG), y la incidencia se concentró en un tramo entre Hong Kong y Vietnam. A la operadora vietnamita FPT Telecom le correspondió el estrés de cauterizar la herida. De media, una reparación completa de esos percances dura unas dos semanas.
Curiosamente, esas redes, cuya instalación es muy cara y lenta, son unas grandes desconocidas, pese a que en España disponemos de centros neurálgicos privilegiados, como las islasCanarias. La primera red de este tipo se remonta a 1852, en el Canal de la Mancha, de Dover (Reino Unido) a Calais (Francia). Duró pocas horas, víctima de un pescador que la cortó involuntariamente.
El primer cable de telecomunicación se dedicó al servicio telegráfico, y estaba integrado por hilos de cobre recubiertos de gutapercha, material aislante. El alemán Siemens desarrolló el sistema en 1847. El primer proyecto de cable transatlántico se aprobó en 1855, aunque la infraestructura quedó fuera de servicio en poco tiempo. El segundo proyecto sí que cuajó: en 1866 un cable unió Irlanda y Terranova gracias en una parte al Great Eastern, el mayor barco del momento. El tendido y la explotación condicionaron el proyecto, amén de boicoteadores diversos por intereses comerciales.
Los aislantes plásticos permitieron la construcción de cable submarino para telefonía. Los conductores a través de los cuales de transmitiría la voz suministraban la energía. Los pares coaxiales llegaron a mediados de siglo XX. Gracias a ellos se transmitieron cantidades de centenares de canales telefónicos analógicos. Más recientemente, los cables de fibra óptica transmiten señal digital y el triple play. Las velocidades de transmisión se multiplican y entran en la órbita del Gbps.
Más del 99% del tráfico intercontinental en comunicación electrónica (transmisiones a 40 Gbps o 100 Gbps) circula por esas redes, en principio bastante sólidas y estables, aunque en ocasiones, como a raíz de los terremotos de 2006, 2009 y 2011, se revelan muy frágiles y vulnerables.
Otro dato que refleja el carácter estratégico y esencial de las redes transoceánicas es que son salvaguardadas por la legislación internacional. Según datos de Ciena, el crecimiento de tráfico en las redes transatlánticas será a corto plazo del 44% (85 Tbps), en el Transpacífico del 49% (49 Tbps), en Introasia del 54% (59 Tbps), en Europa-Asia del 58% (23 Tbps) y en Estados Unidos y Latinoamérica del 45% (38 Tbps).
En el caso del cable submarino responsable de las conexiones a Internet en el sureste asiático, una rotura provocó una caída en las velocidades en algunas zonas de la región. El cable pertenecía a la empresa Asia-America Gateway (AAG), y la incidencia se concentró en un tramo entre Hong Kong y Vietnam. A la operadora vietnamita FPT Telecom le correspondió el estrés de cauterizar la herida. De media, una reparación completa de esos percances dura unas dos semanas.
El cable transoceánico,
pues, es esencial para la Sociedad de
la Banda Ancha. Sobre ello debatimos
en el Grupo de Investigación sobre Periodismo Digital y
Banda Ancha, de la UAO-CEU y el CECABLE, en Twitter (@CECABLEresearch), Google+, en
el grupo de LinkedIn, en la página de LinkedIn, en el grupo de Facebook, en Instagram (CECABLE), en Pinterest y en este blog.
Y ahondaremos en las XX Jornadas del Cable y la Banda Ancha en
Cataluña (5-7 de mayo de 2015).
¡Cable apasionante!
ResponderEliminarInternet por el océano.
ResponderEliminarGran artículo, gran cable.
ResponderEliminarSiempre obsequiándonos con grandes artículos. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarHe disfrutado mucho leyéndolo.
ResponderEliminarWhat a wonderful explanation!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! El cable transoceánico es tan apasionante que cuando lo analizamos nos percatamos de su trascendencia para el buen funcionamiento de la Sociedad de la Banda Ancha.
ResponderEliminarPreciós!
ResponderEliminarEspectacular.
ResponderEliminarEl cable transoceánico es una infraestructura fundamental para la Sociedad de la Banda Ancha, que soporta más del 99% del tráfico intercontinental en comunicaciones electrónicas. A pesar de ser una red invisible para muchos, su rol estratégico es crucial, ya que permite la transmisión de datos a velocidades impresionantes y facilita la conectividad global. Sin embargo, estos cables son vulnerables a diversos factores, como los terremotos o fallos técnicos, que pueden afectar drásticamente el tráfico en regiones específicas. La instalación y mantenimiento de estos cables requieren inversiones colosales y una coordinación internacional, reflejando su carácter esencial y su impacto en la estabilidad de las comunicaciones globales.
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