El e-health (la sanidad electrónica) es uno de los pilares
del Estado del Bienestar digital. Junto al e-learning, se trata de la
mejor inversión que las políticas públicas pueden impulsar para vertebrar un
país sólido, a largo plazo. Una vez pertrechada la infraestructura
de banda ancha, los servicios y las aplicaciones que se crean sobre la red
permiten planificar el futuro de la mejor manera posible.
El reciente informe del Observatorio Nacional de las
Telecomunicaciones y de la
Sociedad de la
Información (ONTSI) sobre “Los
Ciudadanos ante la e-Sanidad. Estudio sobre opiniones y expectativas de
los ciudadanos sobre el uso y aplicación
de las TIC en el ámbito sanitario” concluye que las TIC están influyendo
positivamente en la gestión, en la implantación e información que, sobre la
salud, llega al ciudadano. Según el informe, hay que optimizar la implantación
efectiva de diversas aplicaciones y herramientas destinadas a ayudar a mejorar
la calidad de vida de los pacientes de manera general. En particular, hay que
mejorar el tratamiento de algunas enfermedades. No obstante, estos elementos son
conocidos por los ciudadanos y reconocidos y valorados por su utilidad para la
gestión de su salud.
El documento refleja que Internet puede convertirse en una
herramienta esencial para transmitir información al paciente, aunque el nivel
de confianza en los datos de Internet es bajo. Para mejorar ese aspecto, los
profesionales sanitarios deberían apostar por incluir contenidos en la red,
mediante páginas oficiales de centros de salud, o incluso blogs.
Aquí se produce un fenómeno similar al del periodismo ciudadano,
que considero simplemente una fuente, muy apreciable y valiosa, pero fuente al
fin y al cabo. Lo mismo ocurre con la medicina ciudadana, que genera aportes de
personas aficionadas a temas sanitarios, pero que los profesionales del sector
(igual que ocurre en el periodismo) deben tratar, filtrar, manejar y ubicar
correctamente. Los profesionales del sector deben promover la comunicación y la
asistencia mediante los nuevos canales tecnológicos para determinados
objetivos, tales como la telerehabilitación, los SMS o los MMS recordatorios o
incluso un sencillo correo electrónico.
Lo que está claro es que el paciente reclama un uso seguro de
fuentes de información adecuadas, y esa
solicitud se dirige a los profesionales sanitarios y a la Administración
pública, muy engordada, en muchos casos a dedo, durante lustros en España y que
debe demostrar eficacia. La creación de puntos de información públicos o privados, solventes
desde la perspectiva técnica y médica, debe proyectar información segura y fiable.
En suma, España, pese a los innegables avances en este campo, pide más
teleasistencia, más e-health y, al fin y al cabo, más salud digital.
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