La implicación de las empresas over the top (las que nutren de servicios, aplicaciones y contenidos a Internet, aprovechándose de la infraestructura de telecomunicaciones que despliegan los operadores y las administraciones públicas) en el desarrollo de la Sociedad de la Banda Ancha y el del cloud journalism es bipolar. Sobre ello ahondaremos en las XVIII Jornadas del Cable y la Banda Ancha en Cataluña (7-9 de mayo de 2013) y en el Grupo de Investigación sobre Periodismo Digital y Banda Ancha, de la UAO-CEU y el CECABLE.
Por un lado, los suministradores de contenidos se constituyen en biela fundamental para el engranaje comunicativo y tecnológico digital. La tecnología está al servicio de los contenidos, y ese rol es asumido con naturalidad por los operadores. Ahora bien, la demanda casi exponencial de banda ancha está obligando a desarrollar una política de despliegue de redes de alta velocidad difícilmente asumible por un solo actor. Como el sector público no está para tirar cohetes (más bien está para inventarse imposiciones y tasas inverosímiles con el fin de alimentar a sus sobredimensionados recursos humanos), el peso de la presión recae en el sector privado. Hasta antes de la crisis esa demanda social era más o menos asumible por los operadores, pero los largoplacistas retornos de la inversión y la sequía financiera están ahogando las posibilidades de los otrora monstruos telecomunicativos.
¿Cuál es la tercera vía? Pues que las empresas (también sector privado) que se están lucrando más gracias a la red (las mentadas OTT u over the top) colaboren en ese despliegue. Google ha dado un tímido paso adelante mediante su Google Fiber, de momento muy limitado geográficamente. Casi parece una demostración epidérmica de fuerza, un brindis al sol simbólico, que otra cosa. Estados Unidos (sede de la mayoría de OTT ) no está por la labor de invitarlas a invertir, mientras que la Unión Europea aprieta.
Un lunar en esa tercera vía es la aportación impositiva de esas empresas. Según datos del Registro Mercantil sobre siete OTT, Amazon factura casi todo su negocio en España a una compañía con sede en Luxemburgo (ventas: 314.417 euros / Impuesto sobre Beneficios: 552 euros); Apple puede trasladar sus beneficios a una filial en Irlanda (ventas: 94,1 millones de euros / IB: 2,6 millones); eBay traslada los ingresos de las ventas en España a la matriz internacional, en Suiza (ventas: 443.109 euros / IB: 0); Facebook lleva sus ingresos a Irlanda (ventas: 1,7 millones de euros / IB: 39.740 euros); Google actúa como fuerza de ventas y refactura gastos a una filial irlandesa (ventas: 38,3 millones de euros / IB: -33.304 euros); Microsoft Ibérica actúa como comisionista de las ventas de Microsoft Ireland Operation Ltd (ventas: 157,6 millones de euros / IB: 6,1 millones); y Yahoo no paga impuestos en España (ventas: 17,2 millones de euros / IB: 0). La Oficina Nacional de Fiscalidad Internacional deberá atajar esa verdadera provocación. Entre la mala predisposición a invertir en redes y la nula predisposición a cumplir impositivamente con los países en los que facturan, las OTT se están llenado de gloria. ¿Por cuánto tiempo?
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