La facilidades de publicación y de reproducción de obras en Internet está provocando un crecimiento en el debate sobre los derechos de autor. La lucha entre diversas asociaciones de editores y Google por el uso de Google News es un ejemplo del laberinto cretense en el que se está convirtiendo la defensa de los derechos de autoría.
Más allá de los derechos morales (divulgación, paternidad de la obra, revelación y ocultación, integridad, arrepentimiento y modificación) y de los derechos patrimoniales (reproducción, distribución, comunicación pública y transformación), y las diferencias entre la tradición europea (muy defensora de los derechos morales) y la estadounidense (que los considera de forma similar a los patromionales), y teniendo presente el capítulo XI del Código Penal español (artículos 270 y 278), los movimientos para defender la obra en la red son diversos y tocan de lleno a los creadores de contenidos digitales.
Así, es reciente la presión de la National Newspapers of Ireland (NNI) para que las leyes de derechos de autor de ese país cambien con el fin de conseguir que la reproducción parcial o total (enlaces incluidos) de los artículos constituya una infracción. El debate sobre los beneficios de que un contenido sea enlazado, o retuiteado, conduce a desear esa situación en clave constructiva, no sancionadora. Pero es interesante observar la enconada pugna por rentabilizar los contenidos. Sobre ello debatiremos en las XVIII Jornadas del Cable y la Banda Ancha en Cataluña (7-9 de mayo de 2013). La gracia del caso es que, sobre todo en el terreno editorial, las grandes beneficiarias del negocio, salvo contadas excepciones, son las empresas, y el autor recibe una parte muy simbólica del pastel. Internet ha movido todos los cimientos, y recolocarlos no será sencillo.
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